Uno de los principales retos del profesorado es hacer frente, cada día, a las manifestaciones conductuales y emocionales de niños y jóvenes que han sufrido el impacto de un ambiente carencial donde el abandono y la violencia repetida han alterado su organización cerebral. Son niños/as heridos/as que van a necesitar un contexto comprensivo, respetuoso y nutriente de afecto, desde el cual cada tutor tenga el privilegio de convertirse en un “TUTOR DE RESILIENCIA”.