Cualquier docente afronta día a día todos los cambios emocionales suyos y de sus alumnos. Esto hace que, a veces, nuestros propios alumnos sean un claro "espejo" de nosotros mismos. Cuando un docente se trabaja sus emociones está capacitado para lidiar con el proceso de enseñanza-aprendizaje de sus alumnos y así podrá obtener mejores resultados de estos, pues les hará conectar con sus fortalezas, será capaz de descubrir y hacer que ellos descubran su Pasión y los preparará para gestionar la Vida. El resultado será la Eficacia y la Excelencia propia y de los alumnos.